domingo, 5 de junio de 2011

Las personas.-

Cuando desperté, escuché que mi abuelo lloraba mientras venía a penas hasta mi casa pidiendo ayuda por mi abuela. Ella estaba en cama y silenciosa. Con los ojos abiertos y atenta para ver quien iba a verla. Le pregunté cómo estaba y respondió como siempre: "mal". Hace 30 años que viene diciendo lo mismo, pero esta vez ya no la molesté como solía hacerlo, sino que la consolé.

Mañana me levantaré de mi cama y quizás no vea a mi abuelita nunca más. Es increíble la angustia y la pena que uno siente cuando pasan estas cosas. A estas alturas es poco lo que los médicos pueden hacer. Sólo me queda recordar las reglas de esta vida, algunos van y otros vienen, todo es un ciclo: No hay quien lo detenga. Nosotros también somos partes.

La voy a extrañar mucho. Mi abuela, pese a todo lo mal que se portó con mi mamá, tiene algo que le falta a gran parte de este mundo... Ella siempre ha sido sincera.

Ella quisiera despertar. Caer por un worm-pipe a otro mundo donde el tiempo la lleve a esa vez donde recitaba el poema de la guinda que tanto le gustaba escuchar a mi bisabuela y del que tanto se enorgullecía delante de sus amigos...

La quiero como quizás nunca le dije que lo hacía. Abuelita; Todavía no estoy tan preparado.

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