sábado, 17 de septiembre de 2011

Septiembre 18 ~ 1

Me dijeron que debería declararme antipatriota por escuchar britnis-pirs mientras los vecinos tocaban un guatón loyola. Y lo que pasa es que me enferma el cinismo casi ilustrado que la gente comete al sentirse parte de un país que todo el tiempo la empapa de odio y estrés. Un país que a su pueblo le cobra cantidades de dineros exuberantes por servicios básicos como salud y educación, un país que discrimina por ser alguien que se sale de la desviación estándar humanitaria que fue declarada por el gran y todo poderoso Dios Católico como el bien absoluto. Un país que, estando en el corner del mundo, todavía piensa que se ubica justo en el centroide de Jerusalén.

Si tengo que declararme antipatriota lo voy a hacer. Pero que no se me mire raro si escucho música folklórica en las micros por los meses de Abril; o si me bailo un paso de cuequita con mi pololo en Mayo. Hoy solamente me limitaré a disfrutar de las empanadas que hace mi mamá, porque le quedan deliciosas; pero no voy a sonreír con dientes más blancos por un Chile que me enorgullezca; ni  tampoco me emocionaré con un "viva Chile mierda", porque en realidad, "Chile vive en la mierda", y se ha acostumbrado a que así sea.

Viviré mis fiestas patrias en mis adentros, pero durante todo el año. Llevaré el patriotismo en mi espíritu: en el trabajo que haga, en cómo aporto a que la sociedad mejore, y en el pulido del profesional que quiero llegar a ser; para que luego, cuando me menciones como un Chileno, sin quitar la mirada pueda sacar el pecho ratificando mis orígenes, y contar lo hermoso que es mi país. Desde Arica a la Antártica.

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