sábado, 1 de enero de 2011

En la puerta

Hace un tiempo atrás, estaba muy enojado con mis papás porque me sentía incomprendido por ellos. No se trataba de que de alguna u otra manera no me apoyaran en mis campañas, sino que más bien sentía que hablábamos idiomas diferentes, lo que, de cierta forma, me empapaba con un sentimiento de soledad en mi casa. Mi hermana poco hacía que se había independizado, y mi hermano estaba demasiado ocupado terminando su carrera como para compartir conmigo lo que nos pasaba o lo que no.

Un día, le estaba contando a mi mamá acerca de lo que quería estudiar: Le hablé de la Astronomía, del universo, del cosmos y de la física en general. Me sentía muy emocionado al compartir con ella esas cosas que me gustan tanto. Cuando terminé de hablar, le pregunté qué opinaba al respecto; su respuesta fue más bien minimalista: Me dijo que en realidad la cosa tenía que gustarme a mí, y no a ella, que en lo próximo podía hasta cambiar de opinión como ya lo había hecho con el tema de la "medicina" hace un par de años y que por ende, no se iba a entusiasmar con el cuento. Luego interpeló a mi papá a si la iba acompañar o no al Mall.

Sinceramente, me sentí tremendamente ignorado y limitado en ese momento. Realmente sentía que, aunque mi mamá estaba conversando conmigo, no estaba sintonizada en mi frecuencia, y en realidad nunca comprendí muy bien hasta qué punto fue capaz de escucharme. Me paré y salí rápidamente a mi pieza, a oídos sordos de sus vocativos, tomé un plumón permanente, y escribí en mi puerta un poema. No lo medité mucho, sólo fluyeron las palabras. Mi mamá iba subiendo las escaleras, y en un arrebato, a penas terminado de escribir, cerré la puerta de un golpe. Ella quedó junto a ésta, y supe por sus pasos que se detuvo a leer las palabras que habían aparecido en la maciza. Habrían pasado unos treinta segundos y bajó lentamente las escaleras, la escuché intercambiar algunas palabras con mi papá y luego deben haber ido al Mall como lo tenían presupuestado hace un rato. (quizás ni siquiera entendió lo que mis palabras habían querido decir)

Sin duda alguna, los padres no son perfectos. No son como uno los moldearía, tienen virtudes y defectos. No obstante hoy comprendí lo maravillosos que son mis padres, lo mucho que me aman y lo infinitamente grande que es su devoción hacia sus hijos. Entendí que, las conductas que yo tanto repudiaba de ellos son consecuencias de un pasado muy tenebroso, y comprendí que, a pesar de tal, ellos han sido lo suficientemente altos como para demostrarle al mundo que la gente,(incluso muy adulta) puede cambiar radicalmente.

Hay aún un principito dentro del corazón de mis padres: Ellos también son niños por dentro.

Amo a mis padres. Valoro mucho mi querida familia.
Nunca había tenido la oportunidad de escribirlo.

Mi puerta quizás siga rayada con un buen tiempo, y muy probablemente mi mamá no dimensione mi pasión por la Astronomía en mucho tiempo más... Pero qué más da, ellos comparten conmigo otras artes, y que, en lo lógico, hasta el día de hoy yo no había sabido valorar.



No se atrevan a tocar,
Así como el viento no permite
la evocación de los tiempos en luto.

Ni los hijos de los cielos atenderán
Ni los escucharán; Sumergidos.
Muy profundo,
detrás de sus estrellas.

2 comentarios:

  1. debo asumir q la primera vez q leí tu blog esta entrada me mató, me sorprendió la forma en que te descargaste, escribiendo algo tan lindo. Me recordó a mi hace dos años, cuando me enojaba con mi mamá, o me frustraba por algo, iba y tocaba mi pequeño teclado, en el volumen más alto para no poder oir a nadie, siento que es cuando tocaba más lindo D':
    Saludos David~

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  2. Gracias Misha!!! =) Es verdad, uno se enoja con sus padres y busca forma de descargarse de esa rabia sin herirlos. Eso es lo lindo, ahí se demuestra el cariño que hay entre las personas a pesar de los puntos de discordia o las diferencias.

    Saludos Astronómicos!!

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