Las flores tienen por nombre Isabella
Era una bomba de tiempo.
A todos les pasa, pero a este tipejo le pasó en el momento más inoportuno. Apareció tarde en la vida de Isabella Roses, ella ya estaba casada, y tenía 3 hijos, más uno que venía en camino, tendrá por nombre Maximiliano.
Bernard se quitaba la chomba. Cada chispa de corriente que pasaba por la estática de la situación eran para él como cada una de las sonrisas de su doncella, y así, como cada pequeña caricia que se da uno frente al espejo como imaginándose en una romántica escena de algún musical de tercera, él idealizaba a su hermosa Isabella apareciendo entre sus ojos y perdiéndose entre sus labios, saboreando el casual labial de fresas que frecuentaba.
Bernard conocía a Philip, en la infancia fueron grandes amigos. Philip conoció a Isabella en un baile, y se enamoraron profundamente. En esa época, Bernard viajaba por Europa, concretando el negocio de su vida; Lamentablemente perdió la firma de su empresa y además, la oportunidad de ser el señor de Roses.
Cuando ellos se conocieron, justamente a través de la antigua amistad con Philip, ella fue presentada con la ilusión del matrimonio en su dedo anular... Para él esto era muy importante y tenía gran significado, pero el sentimiento fue más fuerte, y no pudo controlarlo; No pudo dejar de guiarse por su hermosa figura, su hermoso cabello rojo como el fuego y sus ojos pardos como la miel.
Todo parecía extraño. Si ella se enteraba de los sentimientos de Bernard, todo lo maravilloso podría destruirse simplemente por el miedo que Isabella podría sentir al considerarlo a él como una amenaza a su futuro matrimonio. Todo lo lindo que vivieron en la Antártica, a escondidas de Philip podría pasar a esconderse en un baúl de los recuerdos, y nada más que eso.
Él se imaginaba todas las probabilidades, le encantaba dormir, ahí, él entendía que todo lo imaginable era posible... Pero cada humano era diferente por lo sueños que tenían. Isabella aparecía en sus sueños, pero era una mujer que lo miraba de vuelta. Ella lo hace en su segundo embarazo.
Cuando Bernard descansaba desnudo sobre su cama, imaginaba lo feliz que podría haber sido con ella a su lado. Se iba y se venía en sueños platónicos. Cuando se fijó que el suelo era el que estaba arriba se dio cuenta que él había sido una Penélope, y que todo lo que pudo ser, sería o fue ya no importaba, porque él ya no pertenecía a ese mundo.
私もそれを感じますんだ。
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