Completamos la noche en un estero de estrellas, y la gente que aparecía no eran más que sombras en lamentos. Me paseaba, merodeaba. Y como siempre, me alegraba del sólo y milagroso hecho de estar vivo en una noche con Luna tan hermosa.
Mi tarot es mi prefacio, las cartas están echadas, y aunque la suerte mete la cola al sacar los naipes, finalmente es uno mismo quien los tira a la mesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario